Nuestros pilares

DUC IN ALTUM!

HACIA LA TRINIDAD...

... por el Verbo Encarnado

“En cuanto al principio. Debemos tener profunda y raigal devoción a la Santísima Trinidad, principio activo de la Encarnación; y a quienes se apropia la misma: al Padre en cuanto es principio del Hijo -yo he salido y vengo de Dios (Jn 8,42)- y al Espíritu Santo en cuanto es el Amor personal del que proceden todas las obras divinas -por obra y gracia del Espíritu Santo11. De allí también se deriva la primacía de lo espiritual en todo nuestro pensar, sentir y proceder, ya que Dios es el que obra en vosotros el querer y el obrar según su voluntad (Flp 2,13), y porque es clarísima la enseñanza del Verbo encarnado: Buscad primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura (Mt 6,33). Total abandono en la voluntad de beneplácito de Dios a ejemplo de la Virgen María: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra (Lc 1,38)”. (Constituciones 9 a)

“…Todo por Jesús y por María;
con Jesús y con María;
en Jesús y en María;
para Jesús y para María. En fin, sencillamente: Jesús y María; María y Jesús. Y por Cristo, al Padre, en el Espíritu Santo”.

Nuestra religión “es una doctrina, pero sobre todo es un acontecimiento: el acontecimiento de la Encarnación, Jesús, Hombre-Dios que ha recapitulado en sí el Universo (cf. Ef 21,10)”. “Imposible es encontrar algo semejante al misterio de la Santísima Trinidad y de la Encarnación”.

HACIA NOSOTROS...

... verdadera vida interior para unirnos con Dios

“Jesucristo es el “Camino” para ir al Padre y nadie va al Padre sino por Él…Es el que nos muestra la primacía y el peso de la eternidad sobre toda realidad temporal. Saber que Jesús es verdadero Dios nos debe mover a practicar las virtudes de la trascendencia: fe, esperanza y caridad, a dar importancia insustituible a la vida de oración y a la necesidad de las purificaciones activas y pasivas del sentido y del espíritu. El hacerse hombre es “el misterio primero y fundamental de Jesucristo” y “Dios no estuvo nunca tan cercano del hombre -y el hombre jamás estuvo tan cercano a Dios- como precisamente en ese momento: en el instante del misterio de la Encarnación”. Saber que Jesús es verdadero hombre nos debe mover a considerar que nada de lo auténticamente humano nos es extraño sabiéndolo asumir, a amar en Él a todo hombre y a todo el hombre, a practicar las virtudes mortificativas del anonadarse. Saber que en Él se unen indisolublemente ambas naturalezas nos debe mover a reconocer la doble realidad de gracia y naturaleza, sin mala mezcla, a practicar las virtudes aparentemente opuestas, sin caer en falsos dualismos, lo superior asumiendo lo inferior. Saber buscar siempre la mayor gloria de Dios y la salvación de los hombres, que es el fin de la Encarnación. (Constituciones. Espiritualidad, n 40)

 

«Como piedra basal y fundamento de toda acción apostólica los laicos deben buscar la íntima unión con Dios. Entre la perfección y el apostolado debe haber una unión estrechísima. La vida interior es el alma de todo apostolado y la garantía de su eficacia; por eso el deber primario y fundamental de todo laico debe ser que cada uno busque la propia perfección, procurando la íntima y profunda unión con Dios. Todo apostolado se cimenta en esta verdad». (Directorio, n 442)

HACIA EL MUNDO...

... para convertirlo

«Para no ser esquivos a la aventura misionera, y mover a otros muchos a ella, hay que tener algo de poeta, ya que a los pueblos no los han movido más que los poetas, ¡y qué poeta más grande que Jesucristo!, ¡y qué poesía más grande que gritarnos: “Navega mar adentro ¡Duc in altum!”. Palabra profunda, de muy profundo contenido, de hondas resonancias místicas, que impele a grandes ideales, que entienden quiénes son hombres de acción, de mirada amplia, de corazón decidido y generoso, que por la nobleza de su alma se sonríen con alegría al saber que Jesús mismo es quien les dice ¡Duc in altum!. Es una invitación a realizar grandes obras, empresas extraordinarias donde hay mucho de aventura, de vértigo, de peligro, donde las olas sacuden la barca, el agua salada salpica el rostro, la proa va abriéndose paso por vez primera, donde no hay huellas y las referencias sólo son las estrellas, donde la quilla es sacudida por remolinos encontrados, las velas desplegadas reciben el furor del viento, los mástiles crujen… y el alma se estremece… ¡Mar adentro!, lejos de la orilla y de la tierra firme de los pensamientos meramente humanos, calculadores y fríos,… donde el agua bulle, el corazón late a prisa, donde el alma conoce celestiales embriagueces y gozos fascinantes. Navegar mar adentro es tomar en serio, a fondo, las exigencias del Evangelio: “ve, vende todo lo que tienes…” (Mt 19,21), es el ansia de nuestro corazón inquieto, que anhela poseer el Infinito, es el ímpetu de los santos y de los mártires, que lo dieron todo por Dios. Es lo propio de los pescadores: hombres humildes, laboriosos, que no temen los peligros, vigilantes, pacientes en las prolongadas vigilias, constantes en repetir sus salidas al mar, prudentes para sacar los peces, curtidos por la sal y por el sol. Es disponerse a morir, como el grano de trigo, para ver a Cristo en todas las cosas. Por ello, hacemos nuestras las ardientes palabras del Beato Luis Orione: “Quien no quiera ser apóstol que salga de la Congregación: hoy, quien no es apóstol de Jesucristo y de la Iglesia, es apóstata”» (Directorio n. 232)

AL CIBERESPACIO...

... para Evangelizar

“Consideramos que algunos de los medios más importantes para alcanzar el fin establecido es trabajar sobre los puntos de inflexión de la cultura, a saber: las familias, la educación -en especial la seminarística, la universitaria y la terciaria-, los medios de comunicación social y los hombres de pensamiento o “intelectuales”, en lo que hace a la iniciación y llamamiento, desarrollo, discernimiento, formación, consolidación, acompañamiento y posterior ejercicio de la vocación al apostolado intelectual”. (Constituciones. Artículo 3: Índole)

“En séptimo lugar, deben santificar y cristianizar de modo directo e inmediato las distintas manifestaciones de la cultura: 1º. En las letras, la literatura, todo tipo de buena literatura. 2º. En la educación, hoy día absolutamente necesario ese trabajo apostólico de cristianizar la educación. 3º En las ciencias, 4º En la filosofía. 5º En la técnica. 5º En los medios de comunicación social es absolutamente necesario que el laico haga ésto, porque si no lo hace él entrando como fermento en la masa de la cultura, la cultura no se va a cristianizar”. (P Miguel Buela a la Tercera Orden de Estados Unidos)

Para la Iglesia, el nuevo mundo del ciberespacio es una llamada a la gran aventura de usar su potencial para proclamar el mensaje evangélico. Este desafío está en el centro de lo que significa, al comienzo del milenio, seguir el mandato del Señor de «remar mar adentro»: «Duc in altum» (Lc 5, 4).

“El trabajo en estos medios, sin embargo, no tiene solamente el objetivo de multiplicar el anuncio. Se trata de un hecho más profundo, porque la evangelización misma de la cultura moderna depende en gran parte de su influjo. No basta, pues, usarlos para difundir el mensaje cristiano y el Magisterio de la Iglesia, sino que conviene integrar el mensaje mismo en esta «nueva cultura» creada por la comunicación moderna”

SIGUIENDO A LA ESTRELLA

Oh! quienquiera que seas el que en la impetuosa vorágine de este mundo te ves, más fluctuar entre borrascas y tempestades, que andar por tierra, no apartes los ojos del resplandor de esta estrella, si quieres no ser oprimido de las tormentas. Si se levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas en los escollos de las tribulaciones, mira a la estrella, llama a María. Si eres agitado por las olas de la soberbia, o de la detracción, o de la ambición o de la emulación mira a la estrella, llama a María. Si la ira, o la avaricia, o el deleite carnal impele violentamente la navecilla de tu alma, mira a María. Si, turbado ante la memoria de la enormidad de tus pecados, confuso a la vista de la fealdad de tu conciencia, aterrado a la idea del horror del juicio, comienzas a sumergirte en el abismo sin fondo de la tristeza, en el barranco de la desesperación, piensa en María. En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María. No se aparte María de tu boca, no se aparte de tu corazón; y para conseguir sufragios de su intercesión, no te desvíes de los ejemplos de su virtud. No te extraviarás si la sigues, no desesperarás si le ruegas, no te perderás si en ella piensas. Si ella te tiene de su mano, no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; no te fatigarás si es tu guía; llegarás felizmente al puerto, si ella te ampara; y así, en ti mismo experimentarás con cuánta razón se dijo: Y el nombre de la Virgen era María.

San Bernardo

“Todo fiel esclavo de Jesús en María debe, por tanto, invocarla, saludarla, pensar en Ella, hablar de Ella, honrarla, glorificarla, recomendarse a Ella, gozar y sufrir con Ella, trabajar, orar y descansar con Ella y, en fin, desear vivir siempre por Jesús y por María, con Jesús y con María, en Jesús y en María, para Jesús y para María”. (Constituciones. Artículo 5: El voto de consagración a María, n 89)

La Naturaleza del Grupo

Mar Adentro es un grupo de laicos que quiere participar del espíritu de la familia religiosa del Verbo Encarnado.