Mi encuentro con el IVE comenzó de una forma bastante inesperada: yo, que nunca veo los estados de mis contactos, un día de enero vi el estado de un contacto en el que promocionaba los Ejercicios Espirituales del IVE. Hacía tiempo que andaba buscando la forma de hacer algún tipo de retiro o ejercicio espiritual, y como no puedo hacerlo en forma presencial, esta posibilidad de hacer Ejercicios Ignacianos en forma online me pareció como anillo al dedo, pura Providencia de Dios. Y así los hice, por gracia de Dios… y mi vida cambió por completo. No sólo el conocer más íntimamente a Nuestro Señor, sino también gustar de su Presencia. Y con este ánimo y disposición, me embarqué en una barquita, a la que llamamos Mar Adentro, que al principio era pequeña pero que ahora es enorme. Aunque con dimensiones de crucero, conserva la frescura y la sencillez del primer día, al mando de un capitán incansable que gasta su vida para que los tripulantes podamos tenerla en abundancia. En esta barquita, y gracias a las enseñanzas de nuestro querido capitán, el padre Gustavo Lombardo, comprendí que el llamado a la santidad es real y que tiene un camino, que es a la vez un programa de vida… que ahora es “mi” propio programa de vida. Y continúo remando, aunque a veces las tormentas arrecien, con la esperanza de llegar al Amado, quien a su vez me tiende su Mano.